Cuando José interpretó los sueños del Faraón, en los que además de siete años de prosperidad se avecinaban otros siete de hambruna y de miseria en el territorio, tal como lo leemos en el capítulo 41 del libro del Génesis, tenía la enorme responsabilidad de proponer una alternativa que librara a Egipto de una crisis financiera de impredecibles consecuencias, la que iría acompañada por la muerte de sinnúmero de personas.
Aunque tenía todas las posibilidades del mundo de sacar ventaja de la situación, sin mayores pretensiones recomendó al gobernante egipcio: “Por tanto, provéase ahora Faraón de un varón prudente y sabio, y póngalo sobre la tierra de Egipto. Haga esto Faraón, y ponga gobernadores sobre el país, y quinte la tierra de Egipto en los siete años de abundancia...”(versículos 33, 34).
Además de demostrar que pensaba en el ahora y también en el mañana, José planteó un plan a seguir. No pretendió obtener beneficios personales. Sin duda, una marcada vocación de servicio.
Aquí vale la pena hacer un paréntesis. En su vida personal y en la posición de liderazgo que ejerce, ¿ha visualizado qué puede ocurrir a vuelta de seis meses, en un año o quizá en una década? Es a esta característica que llamamos visión.
¿Tiene usted visión? Es esencial que se formule este interrogante y a la vez, busque una respuesta. De ella depende en gran medida el futuro de su liderazgo.
El líder obra con equilibrio: Un refrán popular en Latinoamérica identifica el comportamiento de algunos líderes: “El que nunca ha tenido y llega a tener, loco se quiere volver”. Con esta frase tipifican a quienes no saben disfrutar y utilizar aquello que logran. También, arruinan lo que consiguen.
El líder cristiano o secular debe aprender a ejercer el poder. La autoridad no es imposición; se asocia más con motivación. Es comprometer a quienes nos rodean con la visión, misión y propósitos que nos asisten.
En José se manifiesta este grado de motivación a los demás y cordura en sus actuaciones.
“Recogió José trigo como arena del mar, mucho en extremo, hasta no poderse contar, porque no tenía número”(Génesis 41:49).
¿Cuál era el propósito de recoger tanto alimento? Proveer para el largo período de escasez que se avecinaba: “Y de toda la tierra venían a Egipto para comprar de José, porque por toda la tierra había crecido el hambre”(Génesis 41:57).
A pesar de todo lo que le hicieron su propia familia, el no les guardó rencor, por el contrario, les perdonó y les ofreció una nueva oportunidad. “Y dijo José a sus hermanos: yo soy José;¿vive aún mi padre? Y sus hermanos no pudieron responderle, porque estaban turbados delante de él. Entonces dijo José a sus hermanos: Acercaos ahora a mi. Y ellos se acercaron. Y él dijo: Yo soy José vuestro hermano, el que vendisteis para Egipto. Ahora pues, no os entristezcáis, ni os pese de haberme vendido acá; porque para preservación de vida me envió Dios delante de vosotros”(Génesis 45:4-8).
Dios premio su perseverancia. Todos los acontecimientos obraron a su favor aunque al principio no parecía que nada bueno pudiera ocurrir. Se tornó realidad en José el postulado bíblico: “Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados”(Romanos 8:28).
Valoras Tú, ese servicio que brindas, recuerda Dios nos ve y nos conoce.
Tu pastor Marcos Cruz.